domingo, 21 de agosto de 2011

Los latidos estallan en mis labios...

Los latidos estallan en mis labios
que ya apenas murmuran:
come, death and welcome!
Sobre el ansia desértica
de tu carne de agraz arboladura
la luna se desmaya
cubriendo de pudor
descuartizados miembros,
que en la sangre recogen
el aullido cortante,
los amorosos restos de mi cuerpo.

Clara JANÉS, "Los latidos estallan en mis labios..."

Rêve

Cuando tenga su mechón de cabello
debajo de mi almohada
dormiré para siempre
no sea que este hechizo
tampoco surta efecto.

Clara JANÉS, "Rêve"

Terso cabello de seda negra...

Terso cabello de seda negra,
nunca el labio encarnado en mariposa
se posa sobre tan suave lienzo
ni encima de esa piel ardida
por los vientos.
En lo hondo del propio pozo
se pierde definitivo el beso,
y sólo en el mutismo y la distancia
se insinúa
el tacto de la mente
entre los cuerpos.

Clara JANÉS, "Terso cabello de seda negra..."

It was the nightingale

(It was the nightingale)

Se hizo de noche
y cuando me vi sola en medio de la calle
tuve miedo de regresar a casa.

Tuve miedo
de abrir la puerta a tientas,
de correr a sentarme a la mesa
frente a un poema tuyo
y sentirme culpable una vez más
de tanto exlusivismo.

Tuve miedo.
Y sobre todo
de aquel momento en que se cierra el libro
y se apaga la luz;
de sorprenderme amándote,
buscando tu cabeza entre mis brazos
en la oscuridad,
y buscando tu voz en checo
y sentirme morir...

Tuve miedo,
de modo que me eché a caminar calle abajo
por la orilla del vértigo,
acosada por la conciencia de mi sinrazón
que con calma insinuaba
la voluntad del olvido.

Pero yo sé
que no existe el olvido,
que se es o se deja de ser,
que amar es vivir
y vivir sin amar
es posponer cada día el final
bajo cualquier excusa.

Y al doblar esa esquina,
a pesar del amor,
tuve un miedo terrible
de que llegara el alba con sus alas de alondra.
Abandoné la marcha
y partí hacia mi casa corriendo por la acera,
llevándome las sombras.

Clara JANÉS, "It was the nightingale"

No lo comprendo, no...

No lo comprendo, no,
no lo comprendo.
Desde tan lejos
has arrancado
todo el perfume de las rosas
y me has metido dentro.

Clara JANÉS, "No lo comprendo, no..."

Me he despertado de pronto...

Me he despertado de pronto,
tú me estabas gritando enfurecido
destrozabas las noche,
rompías en pedazos la materia.
He comprendido entonces
tu obsesión
por las manos manchadas de sangre.
También yo mataría,
incluso a ti:
me haces soñar sin tregua,
no me dejas dormir.

Clara JANÉS, "Me he despertado de pronto..."

Quiero ver en tu labrado laberinto...

Quiero ver en tu labrado laberinto
sin hilo, paso a paso
y sin tus manos
mas con los pies descalzos.
Que tu tierra penetre así en mis plantas
como savia
y lleve hasta mis ojos
la visión que me ocultas
en la sombra dedálica
que nunca el ojo logrará desvelar.

Clara JANÉS, "Quiero ver en tu labrado laberinto..."

Me lo has escrito todo...

Me lo has escrito todo
sólo en esa palabra
temblorosa en el trazo
pero tan decidida
que de mí se apodera y me sacuda
para que por ti vele
desde el alma.

Clara JANÉS, "Me lo has escrito todo..."

Y todos los enigmas...

Y todos los enigmas
has escondido luego
en sencillos poemas.
Y tu silencio
se ha tornado arco iris
a pesar de las sombras.

Clara JANÉS, "Y todos los enigmas..."

Revuelta con el viento...

Revuelta con el viento
mi alma has arrastrado
hasta la orilla de tu alma.
Mas mi cabeza
anclada en ese cuerpo
se revela contra la distancia
y poseída asedia tu aislamiento.
Te busca fieramente en tus palabras
con los ojos heridos
en medio de un incendio.

Clara JANÉS, "Revuelta con el viento..."

No sé cómo podré enfrentarme...

No sé cómo podré enfrentarme
a los días futuros.
Me he dejado arrastrar como una hoja
por la tormenta embriagadora de tus versos
y he vuelto a la poesía.
He caído en la trampa tan temida.
La vida me es ajena.
De tal modo
esta insensata ocupación,
es oleaje fatídico nacido de tu mente,
se me lleva.

Clara JANÉS, "No sé cómo podré enfrentarme..."

Ya nada ahora

Largo es el arte; la vida en cambio corta
como un cuchillo.
Pero nada ya ahora

-ni siquiera la muerte, por su parte
inmensa-

podrá evitarlo:
exento, libre,

como la niebla que al romper el día
los hondos valles del invierno exhalan,

creciente en un espacio sin fronteras,

este amor ya sin mí te amará siempre.

Ángel GONZÁLEZ, "Ya nada ahora"

El rostro es el espejo del espejo

El espejo se contempla en mi rostro con desinterés frío,
seguro
de que él es él y yo su circunstancia.

Ángel GONZÁLEZ, "El rostro es el espejo del espejo"

Tal vez mejor así

Recuerda aún los adverbios temporales:

ahora, nunca, luego,
todavía, ya no...

Y repite, obstinado, alguno de ellos:
antes, después...

Solamente un olvido le atormenta:

después, antes... ¿de qué?

Ángel GONZÁLEZ, "Tal vez mejor así"

¿Sabes que un papel puede...?

¿Sabes que un papel puede cortar como una navaja?

Simple papel en blanco,
una carta no escrita

me hace hoy sangrar.

Ángel GONZÁLEZ, "¿Sabes que un papel puede...?"

Todo amor es efímero

Ninguna era tan bella como tú
durante aquel fugaz momento en que te amaba:
mi vida
entera.

Ángel GONZÁLEZ, "Todo amor es efímero"

Pétalo a pétalo...

Pétalo a pétalo, memorizó la rosa.

Pensó tanto en la rosa,
la aspiró tantas veces en su ensueño,
que cuando vio una rosa
verdadera
le dijo
desdeñoso,
volviéndole la espalda:

-mentirosa.

Ángel GONZÁLEZ, "pétalo a pétalo"

Apotegma

No hay otra solución:
si de verdad amas a Eurídice,
vete al infierno.
Y no regreses nunca.

Ángel GONZÁLEZ, "Apotegma"

A la poesía

Ya se dijeron las cosas más oscuras.
También las más brillantes.
Ya se enlazaron las palabras como
cabellos, seda y oro en una misma trenza
-adorno de tu espalda transparente-.
Ahora,
tan bella como estás,
recién peinada,
quiero tomar de ti lo que más amo.
Quiero tomarte
-aunque soy viejo y pobre-
no el oro ni la seda:
tan sólo el simple, el fresco, el puro
(apasionadamente), el perfumado,
el leve (airadamente), el suave pelo.
Y sacarte a las calles,
despeinada,
ondulando en el viento
-libre, suelto, a su aire-
tu cabello sombrío
como una larga y negra carcajada.

Ángel GONZÁLEZ, "A la poesía"

Poética nº4

Poesía eres tú,
dijo un poeta
-y esa vez era cierto-
mirando al Diccionario de la Lengua.

(Metapoesía)

Ángel GONZÁLEZ, "Poética nº4"

Contra-orden (poética por la que me pronuncio ciertos días)

Esto es un poema.

Aquí está permitido
fijar carteles,
tirar escombros, hacer aguas
y escribir frases como:

Marica el que lo lea,
Amo a IRma,
Muera el.. (silencio),
Arena gratis,
Asesinos,
etcétera.

Esto es un poema.
Mantén sucia la estrofa.
Escupe dentro.

Responsable la tarde que no acaba,
el tedio de este día,
la indeformable estolidez del tiempo.

Ángel GONZÁLEZ, "Contra-orden (poética por la que me pronuncio ciertos días)

Poética a la que intento a veces aplicarme

Escribir un poema: marcar la piel del agua.

Suavemente, los signos
se deforman, se agrandan,
expresan lo que quieren
la brisa, el sol, las nubes,
se distienden, se tensan, hasta
que el hombre que los mira
-adormecido el viento,
la luz alta-
o ve su propio rostro
o -transparencia pura, hondo
fracaso- no ve nada.

Ángel GONZÁLEZ, "Poética a la que intento a veces aplicarme"

Elegía pura

Aquí no pasa nada,
salvo el tiempo:
irrepetible
música que resuena,
ya extinguida,
en un corazón hueco, abandonado,
que alguien toma un momento,
escucha
y tira.

Ángel GONZÁLEZ, "Elegía pura"

A mano amada

A mano amada,
cuando la noche impone su costumbre de insomnio,
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucedos de una vida;

allí,
en la esquina más negra del desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,

los recuerdos me asaltan.

Unos empuñan tu mirada verde,
otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano de sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
me reclaman.

Reconozco los rostros.
No hurto el cuerpo.

Cierro los ojos para ver más hondo,
y siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo:
la memoria.

Ángel GONZÁLEZ, "A mano amada"

Quinteto enterramiento para cuerda en cementerio y piano rural

El primer violín canta
en lo alto del llanto
igual que un ruiseñor sobre un ciprés.
Como una mariposa,
la viola apenas viola
el reposo del aire.

Cruza el otro violín a ras del cello,
semejante a un lagarto
que entre dos manchas verdes
deja sólo el recuerdo de la luz de su cola.

Piano negro,
féretro entreabierto:
¿quién muere ahí?

Sobre los instrumentos,
los arcos
dibujan lentamente
la señal de la cruz
casi en silencio.

Pianista enlutado
que demoras los dedos
en una frase grave, lenta, honda:
todos
te acompañamos en el sentimiento.

Ángel GONZÁLEZ, "Quinteto enterramiento para cuerda en cementerio y piano rural"

Empleo de la nostalgia

Amo el campus
universitario,
sin cabras,
con muchachas
que pax
pacem
en latín,
que meriendan
pas pasa pan
con chocolate
en griego,
que saben lenguas vivas
y se dejan besar
en el crepúsculo
(también en las rodillas)
y usan
la coca cola como anticonceptivo.

Ah las flores marchitas de los libros de texto

finalizando el curso
deshojadas
cuando la primavera
se instala
en el culto jardín del rectorado
por manos todavía adolescentes
y roza con sus rosas
manchadas de bolígrafo y de tiza
el rostro ciego del poeta
transustanciándose en un olor agrio
a naranjas
Homero
o semen...
Todo eso será un día
materia de recuerdo y de nostalgia.
Volverá, terca, la memoria
una vez y otra vez a estos parajes,
lo mismo que una abeja
da vueltas al perfume
de una flor ya arrancada:

inútilmente.

Pero esa luz no se extinguirá nunca:
llamas que aún no consumen,
... ningún presentimiento
puede quebrar las risas
que iluminan
las rosas y los cuerpos
y cuando el llanto llegue
como un halo
los escombros
la descomposición
que los preserva entre las sombras
puros
no prevalecerán
serán más ruina
absortos en sí mismos
y sólo erguidos quedarán intactos
todavía más brillantes
ignorantes de sí
esos gestos de amor...
sin ver más nada.

Ángel GONZÁLEZ, "Empleo de la nostalgia"


Hoy

Hoy todo me conduce a su contrario:
el olor de la rosa me entierra en sus raíces,
el despertar me arroja a un sueño diferente,
existo, luego muero.

Todo sucede ahora en un orden estricto:
los alacranes comen en mis manos,
las palomas me muerden las entrañas,
los vientos más helados me encienden las mejillas.

Hoy es así mi vida.
Me alimento del hambre.
Odio a quien amo.

Cuando me duermo, un sol recién nacido
me mancha de amarillo los párpados por dentro.

Bajo su luz, cogidos de la mano,
tú y yo retrocedemos desandando los días
hasta que al fin logramos perdernos en la nada.

Ángel GONZÁLEZ, "Hoy"

Eso era amor

Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos.

Y ella dijo:
-¿Te gustan solos o con rimel?

-Grandes,
respondí sin dudar.

Y también sin dudar
me los dejo en un plato y se fue a tientas.

Ángel GONZÁLEZ, "Eso era amor"

Canción para cantar una canción

Esa música...

Insiste, hace daño
en el alma.
Viene tal vez de un tiempo
remoto, de una época imposible
perdida para siempre.
Sobrepasa los límites
de la música. Tiene materia,
aroma, es como polvo de algo
indefinible, de un recuerdo
que nunca se ha vivido,
de una vaga esperanza irrealizable.

Se llama simplemente:
canción.

Pero no es sólo eso.

Es también la tristeza.

Ángel GONZÁLEZ, "Canción para cantar una canción"

Preámbulo a un silencio

Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas
cosas
a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un
árbol -en verano-
y se calla.

(¿Dije tranquilamente?: falso, falso:
uno se sienta inquieto haciendo extraños gestos,
pisoteando las hojas abatidas
por la furia de un otoño sombrío,
destrozando con los dedos el cartón inocente de una caja
de fósforos,
mordiendo injustamente las uñas de esos dedos,
escupiendo en los charcos invernales,
golpeando con el puño cerrado la piel rugosa de las casas
que permanecen indiferentes al paso de la primavera,
una primavera urbana que asoma con timidez los flecos
de sus cabellos verdes allá arriba,
detrás del zinc oscuro de los canalones,
levemente arraigada a la materia efímera de las tejas a
punto de ser polvo.)

Eso es cierto, tan cierto
como que tengo un nombre con alas celestiales,
arcangélico nombre que a nada corresponde:
Ángel
me dicen,
y yo me levanto
disciplinado y recto
con las alas mordidas
-quiero decir: las uñas-
y sonrío y me callo porque, en último extremo,
uno tiene conciencia
de la inutilidad de todas las palabras.

Ángel GONZÁLEZ, "Preámbulo a un silencio"

Mensaje a las estatuas

Vosotras, piedras
violentamente deformadas,
rotas
por el golpe preciso del cincel,
exhibiréis aún durante siglos
el último perfil que os dejaron:
senos inconmovibles a un suspiro,
firmes
pienas que desconocen la fatiga,
músculos
tensos
en su esfuerzo inútil,
cabelleras que el viento
no despeina,
ojos abiertos que la luz rechazan.
Pero
vuestra arrogancia
inmóvil, vuestra fría
belleza,
la desdeñora fe del inmutable
gesto, acabarán un día
El tiempo es más tenaz.
La tierra espera
por vosotras también.
En ella caeréis por vuestro peso,
seréis,
si no ceniza,
ruinas,
polvo, y vuestra
soñada eternidad será la nada.
Hacia la piedra regresaréis piedra,
indiferente mineral, hundido
escombro,
después de haber vivido el duro, ilustre,
solemne, victorioso, ecuestre sueño
de una gloria erigida a la memoria
de algo también disperso en el olvido.

Ángel GONZÁLEZ, "Mensaje a las estatuas"

Esperanza...

Esperanza,
araña negra del atardecer.
Te paras
no lejos de mi cuerpo
abandonado, andas
en torno a mí,
tejiendo, rápida,
inconsistentes hilos invisibles,
te acercas, obstinada,
y me acaricias casi con tu sombra
pesada
y leve a un tiempo.

Agazapada
bajo las piedras y las horas,
esperaste, paciente, la llegada
de esta tarde
en la que nada
es ya posible...
Mi corazón:
tu nido.
Muerde en él, esperanza.

Ángel GONZÁLEZ, "Esperanza..."

Milagro de la luz...

Milagro de la luz: la sombra nace,
choca en silencio contra las montañas,
se desploma sin peso sobre el suelo
desvelando a las hierbas delicadas.
Los eucaliptos dejan en la tierra
la temblorosa piel de su alargada
silueta, en la que vuelan fríos
pájaros que no cantan.
Una sombra más leve y más sencilla,
que nace de tus piernas, se adelanta
para anunciar el último, el más puro
milagro de la luz: tú contra el alba.

Ángel GONZÁLEZ, "Milagro de la luz..."

La lluvia

No; la lluvia no te moja:
te resbala.
Tienes la piel de aceite, amada mía.
Ungida con aceite, perfumada.

Todo lo ha traspasado de ternura
la lengua transparente de las aguas.
Un vapor dulce, como el aliento
de un buey, cálidamente exhalan
los árboles.
Gotas largas,
como alfileres líquidos,
brillan al primer sol de la mañana.

La lluvia que ha mojado tus cabellos
no ha mojado tu cuerpo ni tu cara.

Ángel GONZÁLEZ, "La lluvia"

Alga quisiera ser, alga enredada...

Alga quisiera ser, alga enredada,
en lo más suave de tu pantorrilla.
Soplo de brisa contra tu mejilla.
Arena leve bajo tu pisada.

Agua quisiera ser, agua salada
cuando corres desnuda hacia la orilla.
Sol recortando en sombra tu sencilla
silueta virgen de recién bañada.

Todo quisiera ser, indefinido,
en torno a ti: paisaje, luz, ambiente,
gaviota, cielo, nave, vela, viento...

Caracola que acercas a tu oído,
para poder reunir, tímidamente,
con el rumor del mar, mi sentimiento.

Ángel GONZÁLEZ, "Alga quisiera ser, alga enredada..."

Me falta una palabra...

Me falta una palabra, una palabra
sólo.
Un niño pide pan: yo pido menos.
Una palabra dadme, una sencilla
palabra que haga juego
con...
Qué torpes
mujeres sucias me interrumpen
con su lento
llorar...
Comprended: cualquiera de vosotros,
olvidada en sus bolsos, en su cuerpo,
puede tener esa palabra.
Cruza más gente rota, llegan miles
de muertos.
La necesito: ¿No veis
que sufro?
Casi la tenía ya y vino ese hombre
ceniciento.
Ahora...
¡Una vez más!
Así no puedo.

Ángel GONZÁLEZ, "Me falta una palabra..."

Te tuve...

Te tuve
cuando eras
dulce,
acariciado mundo.
Realidad casi nube,
¡cómo te me volaste de los brazos!

Ahora te siento nuevamente.
No por tu luz, sino por tu corteza,
percibo tu inequívoca
presencia.
... agrios perfiles, duros meridianos.
¡áspero mundo para mis dos manos!

Ángel GONZÁLEZ, "Te tuve..."

miércoles, 17 de agosto de 2011

Voz del mar

Saca el mar su voz escondida-
voz que penetra
en nuestro corazón, lo conmueve
y lo deleita.

Delicada canción que nos entona el mar,
canción que tres grandes poetas compusieron,
el sol, el aire y el cielo.
Con aquella su voz divina la entona
cuando sobre sus hombros el verano tiende
la calma como un manto.

Trae su melodía un mensaje de frescor
a nuestras almas. La juventud pasada
nos evoca sin tristeza ni añoranza.
En secreto nos hablan los amores que pasaron,
sensaciones olvidadas reviven
en el dulce respirar del oleaje.

Delicada canción que nos entona el mar,
canción que tres grandes poetas compusieron,
el sol, el aire y el cielo.
Y cuando contemplas su húmeda llanura,
cuando miras su verdor infinito,
su espacio tan próximo y lejano,
cuajado de amarillas flores que la luz siembra,
como un jardinero, te invade la alegría
y embriaga e invade tu corazón.
Si eres joven aún, por tus venas correrá
el anhelo del mar; hablará contigo
el oleaje enamorado empapando
tu amor con secreta fragancia.

Saca el mar su voz escondida-
voz que penetra
en nuestro corazón, lo conmueve
y lo deleita.

¿Es una canción o el lamento de los ahogados?-
el trágico lamento de los muertos,
que tienen por sudario la fría espuma,
y gimen por sus mujeres, por sus hijos,
por sus padres, por su hogar huérfano,
mientras el mar amargo los zarandea,

los arrastra hacia rocas y escollos afilados,
los enreda en las algas, los trae y los lleva,
agitándose como si estuvieran vivos,
con los ojos desmesuradamente abiertos
y con sus manos furiosamente crispadas
por su postrera agonía.

¿Es una canción o el lamento de los ahogados?-
el trágico lamento de los muertos
que implora un reposo cristiano.
Tumba que riegan los parientes con su llanto
y que cubren de flores manos queridas,
y donde el sol vierte su luz cálida y amable.

Tumba, a la que siempre guarda una cruz inmaculada,
adonde, en ocasiones, acude un sacerdote
a quemar incienso y decir una oración.
Una viuda que viene a recordar a su esposo,
o un hijo o incluso un amigo que a veces lo llora.
Recuerdan a quien murió, mientras el ama,
perdonada, reposa en paz.

Constantinos Petrou CAVAFY, "Voz del mar"

lunes, 15 de agosto de 2011

Huele la tierra a cantos...

Huele la tierra a cantos
y a grana.
Huele a vientre de mujer
y a espera.
Huele a la hierba de
los ojos tempranos y
a la lucha del mar.
Me estás pidiendo que
te escriba.
Me llamas desde dentro
como un grito
-hacia dentro-
y es tu cuerpo de
calma, y de sol y
de música que llega
como la lluvia
a besarme.
Me está este cuerpo
de alba añorando
tu voz
y me levanta, y se me
encienden las manos
de ternura
hasta ti, para tocarte.
Entonces vuelvo a hundirme,
a buscar más caracolas,
a saltar como pez
hasta volverte a tocar.

Mónica VELASCO, "Huele la tierra a cantos..."

Mujer

A Frida

Decid la esencia, cantad
la esencia femenina. Mujer.
Colores fuertes, ser contraste,
frutas en los labios y en los
pechos, senos maternales, jugos
de almíbar, caderas
de tango y arrabal, telas voluptuosas que insinúan más
que aciertan, verdades
en el alma.
Ser mujere huele a hermosura,
a cáliz. Es del mar
su fondo y la brisa
que levanta
certezas de sal
hacia la orilla.
Ser mujer es el pan
de los pueblos, la tierra
humedecida de trabajo y
esperanza, la siega y el viñedo,
la danza en las hogueras.
Ser mujer es supersticiosa
fe en los campos y
en el arte. Es creencia en
los dioses de las cosas.
Es palabra.
¡Genes del mundo que
me das el don
de velaros!
¡Felicidad de mi cuerpo
pequeño y hermoso
de esconderos!
Llevo mujeres y tesoros
en mi sangre como peces,
como aromas de vino
y azahar, tomillo, panales
y verdor.
Os llevo a todas como
al mundo, conmigo,
donde los pasos guiados por
la brisa y vientros frescos añoren
la calidez de mis besos; allá,
para el calor y la luz
seré en volandas, llevada.

Mónica VELASCO, "Mujer"

Dime si acaso entiendes...

Dime si acaso entiendes
el milagro de una ventana que
se abre para contarte
todos los secretos del mundo.
Cuéntame si sabes cómo
invade tu espíritu las cosas,
los lugares. Cómo regresas así
sin haberte ido nunca.
Recuérdame si sabes
cómo tus ojos de niño
miraban al amor y
háblame del Pont des Arts
y los pronombres:
toi et moi sobre los metros,
las plazas, los teléfonos.
Sobre los tejados era un hilo
mi mirada hasta Montmartre
y hasta tu almohada.
¡Qué dulce despertar en la
buhardilla de tu boca,
en el huitième quartier
de tu cuerpo!
Dime si entiendes el
milagro de los días.
Si el club-jazz fue un lugar
o un ojal donde esperarte.
Recuérdame si entonces
hacía frío o era tu risa la calidez.
Si era enero, abril, o un avión
que volvía
cargadito de ti, la tristeza
y mis maletas.
Si era abril o fue tu nombre
una poesía prometeica,
un encuentro fortuito,
una ficción de Borges.
Háblame de los versos,
del olor de la verbeine y
escríbeme de pronto algún
"te quiero", alguna carta
a media noche.
Nadie entiende el milagro
más que la nostalgia y
yo quisiera decirte,
besarte, esconderte dentro
para volver de pronto a
mirar sin conocernos -y
saber en cambio quiénes somos-
a preguntar de dónde eres
a averiguar si es entre tus dedos
cuando surge el Aleph.

Mónica VELASCO, "Dime si acaso entiendes..."

Madre

En tu cuerpo la aurora y
en tu voz la calma
del que espera.
Eres la mano quieta que
descubre las flores
sin tocarlas.
Naturaleza de ámbar y
de tierra.
De ti el nombre de las cosas
que te velan y te guardan,
-mujer coral-.
De ti el calor de los pechos,
-mujer tierra-.
El aire de frutas besa
tu lengua y respira
campos verdes de tu cuerpo.
¡Tú, plenitud de los días!
¡Tú, consuelo del tiempo que
devora tus pezones hasta
el amanecer,
como un amante!
Eres momento y alma ausente.
Festejo de la vida que
te tuvo más allá
del nacimiento.
Más allá se hicieron tus cabellos,
y tu cintura de vineto y
tus labios de crisálida
-Mujer interminable-.
Tus formas son eternas.

Mónica VELASCO, "Madre"

Abandonar la incertidumbre...

Abandonar la incertidumbre,
navegando quizás
en el doloroso afán
por agotarnos.
Profunda herida
la de esta memoria
perdida y prendida
en el olvido equívoco
de tus manos.
Será que aún
no habitamos
el atardecer de las palabras
ni la quietud
de sentir que no están lejos.

No se puede
guardar tu gesto y ausentarse.

Virginia SÁNCHEZ, "Abandonar la incertidumbre..."

Pudiéramos tal vez...

Pudiéramos tal vez
huir de esta ruina
y esta espera
que desdibuja la noche
como el fugaz resumen
de una historia no compartida.
Cómo no extrañarte
en el asombro inesperado
de tanta ternura.
Cómo no agotarme en ti
desde el amanecer lluvioso
en que te invoco.
Tal vez pudiera en otro tiempo
guardar la piel en tus labios
o acabar mi viaje
en el obstinado
hospedaje de tu boca.

Virginia SÁNCHEZ, "Pudiéramos tal vez..."

Terminó la noche...

Terminó la noche
como el mar en el verano,
con el temor
a no prenderse demasiado
y la certeza
de haber estado antes en tu espalda.

El incendio
de tu tarde adormecida
sostiene la promesa
de extrañarse.

Virginia SÁNCHEZ, "Terminó la noche..."

Terminó la noche...

Terminó la noche
como el mar en el verano,
con el temor
a no prenderse demasiado
y la certeza
de haber estado antes en tu espalda.

El incendio
de tu tarde adormecida
sostienda la promesa
de extrañarse.

Virginia SÁNCHEZ, "Terminó la noche..."

Sabré de tu inquietud...

Sabré de tu inquietud
en cada aljibe
y tal vez entonces abarque
la extensa calidez
de tus ciudades.
Quedará el sabor perdido
como un preludio
de notas viejas
que se abrochan a la piel.

Durará la risa
mucho más que nuestro olvido.

Virginia SÁNCHEZ, "Sabré de tu inquietud..."

Cuando alguien dice luna y se sonríe...

Cuando alguien dice luna y se sonríe,
que no crea que inventa la palabra,
que no se regodee en el latido
de la lengua creciéndole en la boca
como un cetáceo rojo y abisal.
Ella está afuera, es carne de su carne,
no habita ni se asienta entre nosotros,
se pertenece a sí, nada le incumbe
la vibración carnal de los fonemas.
Por más delicadeza en cada gesto,
el que asienta las cuerdas musicales
sobre el violín templado por el habla,
ella está arriba y no nos pertenece,
tampoco a cada niño que trastorna
su aprendizaje lento y laborioso
y descubre esas letras encendidas
contra la noche inmensa, dilatada.
El nombre es sólo un golpe de humedad,
un trazo de saliva y de calor
que empapa a quien se busca y reconoce
en el pulso de su animal varado.
Aun cuando no podamos mencionarla,
atónitos de pronto en la secuencia
del signo enmudecido y de su sombra,
aun cuando no sepamos escribir
las cuatro pequeñísimas partículas
del aire ennegrecido por la tinta,
ella es ajena a su propio relumbre,
al canto y floración de las mareas,
al nombre como un gesto del amor
con su escarcha de luz y su derrota.

MªÁngeles PÉREZ LÓPEZ, "Cuando alguien dice luna y se sonríe..."

Sino

Resbalaste por la palma de mi
vida, y tronchaste el nido blanco
que contuvo nuestras manos.

No supe modelarte el horizonte
para que de él hicieras un milagro.

Asunción ESCRIBANO, "Sino"

Mientras duermes

Una cuna en el aire
y el trigo arrullado.
Canta la noche su silencio
para que mis ojos se hagan nudo
con tu sombra.
Y borren de tus sueños
la ceniza.

Asunción ESCRIBANO, "Mientras duermes"

Eterno retorno

No ha parado la noche de exudar cansancio.
Todo está quieto en el brocal del mundo
que ilumina leve la luz de una farola.
Sostengo el silencio de mi respiración
como si fuese un pájaro que quiere alzar
el vuelo arrastrado por la nada
que circunda mi cuerpo frágil y su vida.
Extiendo los dos brazos para ver si puedo pulsar
la sutura de lo que no tiene extensión
y aún así se extiende hacia el abismo.
Y percibo lo curvo que es el tiempo
en un mar dilatado de vacío.
Recuerdo una cita de mi infancia:
"Lo que fue, eso será; lo que se hizo,
eso se hará; nada nuevo hay bajo el sol".
Pienso si la noche es diferente,
si avanza en línea recta y da cobijo
a aquello que redime,
o si insiste rítmica en el miedo,
gemido inseparable del enigma.
Miro a mi lado y te contemplo sometido
profundamente al sueño,
y tengo la impresión de no alcanzar la paz
que tiene tu rostro en este instante.
Cojo tu mano y acaricio mi vida en ella
-se toca la verdad en el silencio
con más convicción y mansedumbre
que en la forma donada a los sentidos-.
Y a pesar de renunciar a la certeza
de lo que avanza y espera en el futuro,
desearía ahora condenarme a repetir infi-
nitamente repetir el mismo gesto.

Asunción ESCRIBANO, "Eterno retorno"

Aquiles y la tortuga

Que todo se mueve parece una certeza.
Las ramas del alerce se cobijan
en la brisa cada tarde,
alientan en mi piel, vapor de arroyo,
y afirman la certidumbre en mis sentidos.
Zenón erigió el dilatado intervalo
hacia la nada, como prueba del instante.
Derivó de la dicotomía entre el permanecer
y el andar dividiendo en uno mismo
el propio miedo, la imposibilidad de avanzar.
Pero la semejanza entre la quietud
y el vértigo absoluto de vivir efímeros
tiene en tus ojos y tus manos, su evidencia.
Prolongas tus caricias, y tu tacto
me acerca a lo imposible de otro modo.
Me hace concebir lo perdurable,
más allá del espacio, en tu mirada,
que ahora custodia inmóvil a la mía,
y me dicta la sentencia de tu carne,
a la que el tiempo vencerá, sin duda alguna,
aunque ya ha dejado su herida sobre el tiempo.
La lógica es fugaz, igual que el mundo,
y el infinito en tu ser tiene el perfil
de las cosas que suceden y se marchan.
Sin embargo, ante la posibilidad de estar
eternamente quieta y sola y no morir,
y el aceptar que tiene fin aquello
que está vivo, y que yo amo,
resuelvo la paradoja entre tus brazos.

Asunción ESCRIBANO, "Aquiles y la tortuga"

La tempestad

Seguramente alguien, yo misma
iba con la asfixia del deseo, el tuyo
antes que el desaliento
aventara para siempre de tu piel de lava,
dejando la apatía en rima de tristeza.

Te busqué un nombre,
y con dos gotas de lilas,
te prendí la luna dentro.

Antes de que enfermaras, recuerdo
que en vísperas de lluvia,
un mar lento se perdía en la turbación de mis senos azules,
cubriéndose de peces.

En las inscrustaciones del ámbar, tus rizos,
inmarchitable corola de espliego.

Era tu cuerpo la perfección,
el camino absoluto en la alquimia de mi piel,
desde donde te erguías, como un anfibio hambriento,
como el delfín abatido que ordenaba la plata.

Luego seguías el rastro de mi hermosura
hasta la tempestad,
hasta el mismo vértice del aire,
y desaparecía en la niebla azul de mis marismas.

Exhausto,
a la deriva de ti mismo,
tragabas el mar en carne viva la infinitud.
Piras ardientes en racimos abstractos.

Te ahogabas en el trastorno de la placidez,
en irisaciones geométricas de mi ombligo de agua.
Derrotado, surcabas las calas celestes del frescor
en viboritas de espuma.

Delicada y transparente
se mostraba la dulzura en mis ojos
con arriates de granados.

Me mirabas y te extinguías.

A mí me pasaba la marea por dentro;
después, sacudía mi pelo hinchado del relente del que bebieran las
gaviotas.

Mi cuerpo era un arrecife de luz,
y el vientre me olía a sombra.

Así, despacio... serenamente,
como un regato dulce chorreando mar,
amainé en la hermosa tristeza de tu corazón náufrago.

Luego abrí el cofre de tus sueños
como quien rasga el mármol coralino de un océano de frío.
Y fui sirena, banco de aljibes.
fui la lentitud que se despeñara ardiendo por la ruta navegable de tu
espalda.

Mi boca era la única que tenía el mar;
atlántico de chilindros, fondo de moras del que bebieras.
¿Cómo vas a olvidarlo,
si cuando te besaba
del último jirón de la sangre
te colgaba un cesto de plancton y frutas?

El aire se hacía sal.

Yo te envenené de vida,
finalmente, de todo el amor que no tendrás.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "La tempestad"

El olvido

Cubrid con flores de luna,
a los que mueren de amor.

En el cementerio del olvido,
se ha detenido la luna
a enterrar mi cuerpo abandonado.

Mientras pasa sus ojos por mi tristeza,
una lágrima le vierte el corazón.

Con ornamentos de nieve,
cava una fosa de rosas y besos.

Un cielo amoratado, desvalido y polvoriento
se derrumba, aullando de dolor.
En la penumbra, se dobla la tierra,
y una oración de estrellas frías,
palidece en mis manos.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "El olvido"

Poética (III)

Bajar al corazón de la palabra,
abrasarme en su núcleo de fuego,
convertirme
yo misma en llamarada
y volver al poema, transparente
como el perfil del cielo en primavera.

Mercedes MARCOS SÁNCHEZ, "Poética"

Escultura

Mármol la frente, la pupila, el labio
despectivo. La reflexión de mármol.
Ocupando los huecos de la idea
un vacío de ser desocupado.

¿Voltaire? Pudiera ser... Meditabundo
el gesto destruido de la piedra
con la risa sarcástica del mundo
nos regala del genio la evidencia.

Invocación al tacto. Sutilmente
descubre tu perfil mi mundo ciego.
Mi piel sobre tu carne. Es suficiente
la pupila increíble de mis dedos.

Desde que me acompaña tu escultura
converso con el mármol que arañaste.
Amigo mío, nunca
supe de charlas más interesantes.

Josefina VERDE, "Escultura"

viernes, 12 de agosto de 2011

Convulsión

El poema es convulsión.
El poema no es flor que se marchita.
Es dolor disecado.

Anastasis VISTONITIS.

Si me arrojas...

Si me arrojas
una lanza
se clavará en mí.
Toda mi fuerza
es ésta:
que no me la arrojes.

Giannis PATILIS.

viernes, 5 de agosto de 2011

Ceniza

Me miraste. Tus ojos oscuros y tranquilos.
Esa manera tuya de reírte
con cuánta seriedad.
Fuiste el nombre que tuvo mi nostalgia,
lo que nunca sería, lo más bello,
la muralla guardada por un puente
levadizo, la sombra y el milagro.
Ahora ya no tienes poder para turbarme,
y guardo sin embargo este profundo
temor ante tus ojos.
Porque son la ceniza de una hoguera
que puede chamuscarme todavía.

Rocío ARANA, "Ceniza", Pampaluna.

Nunca podrás decir...

Nunca podrás decir
que no te amaba;
mi mente ya incluía
desde el inicio
una oferta
de tumbas pareadas.

Eugenia PUERTAS HOLGADO, "Nunca podrás decir..."

Sería falso decir...

Sería falso decir que no me inspiras nada,
pero eso sí
ya no son más que seis segundos de tristeza.

Eugenia PUERTAS HOLGADO, "Sería falso decir...", Doce poetas cantan.

I y II de Poemas capitales

I

Por culpa de los meridianos
tú duermes
y yo meriendo,
tomas el sol
yo bostezo;
por culpa del mar Atlántico
entre nosotros
se ahogan los besos.

II

Contigo en Pensilvania
no es posible el acuerdo,
el mar
los meridianos
y tú siempre amándome
seis horas menos.

Eugenia PUERTAS HOLGADO, "I" y "II", Poemas capitales.

Un lunar...

Un lunar
en la comisura de los labios,
como un resto de chocolate
que arrancar
con un beso.

Eugenia PUERTAS HOLGADO, "Un lunar..."

Firme propósito de volver a ti

La huida del pez
me llevará a tu nombre
cuando no lo recuerde.
Te inventaré en la amnesia
de la piedra postresa
y me alimentaré
de los restos que dejaron
de ti las aves
en sus guerras floridas.
Tierra adentro buscaremos las aguas
más impuras, los trazos más deshechos
del pasado remoto,
involuntario apéndice del mundo
que vivimos y que,
a qué dudarlo,
alguna vez
recordaremos.

Rosario PÉREZ CABAÑA, "Firme propósito de volver a ti"

Vivo de ti

La primavera hunde
su cuchillo de luz sobre tus hombros.
se enreda en tu camisa
en tu pelo irreal y en tu silueta
prolongada en el viento.

Yo te deseo,
lejos,
en la misma distancia
donde alimenta hierbas el orgullo.

Pienso en pájaros,
vuelos,
arrebatados besos que arrancarnos
como anoche lo hicimos.

Tu piel estremecida
es un durazno azul
que alimenta y devora.

No sé medir el tiempo.
Te amo entero y todo,
ahora y busco
tu cuerpo y tu memoria
es una herida abierta en el costado.

Vivo de ti,
alumbras
toda la luz del mundo.

Vivo de ti,
oscureces
y todo se enajena.

Rocío HERNÁNDEZ TRIANO, "Vivo de ti"

En espera

Nada me salvará. Sigo sangrando
metáforas, mordiendo mis palabras
hasta ahogarme, fingiendo ser domingo
soleado, botella medio llena,
noche de carnaval, tarde de todos.

Nada me salvará y aún me resisto
a entregar, al silencio, mi rebelde
furia sin contención, mi sorda rabia,
mi tartamudo miedo... Grito al aire:

¡No somos hijos de una mañana libre!
¡No somos padres de una idea nueva!
Los primogénitos murieron. Grito
al aire: ¡No seré tu dios de plástico!

¿Acaso alguien me escucha tras su puerta
blindada? Tal vez tú, que no te asustas,
encuentres un camino que nos salve.
Tal vez tú, que no tienes puesto nombre.

Mi impaciencia descuelga las aristas
de la noche. No tardes en llegar.

Esther GARBONI, "En espera"

El amor en los tiempos de lluvia

Corren ríos menudos por la calle,
agua con torbellinos de hojas rotas.
Un arce japonés se levanta, temblando
una canción de gotas por sus ramas,
y me paro en la brisa para ver
el arcear del arce, la esencia de las cosas
mojadas y despiertas.
Un mismo amor recorre los caminos:
Es la lluvia de siempre, pero yo soy distinta.

Rocío ARANA, "El amor en los tiempos de lluvia"

S...

Llámame en octubre
así rondaremos crujientes
y amarillos
no me gusta el verano
todo azul sin porqué
en octubre me recuerdo cuando niña
se para el tiempo en ese mes
y así
inmóviles
nos serán más rentables los besos
los abrazos
más l - a - r - g - o - s
si me llamas ahora
no encuentro el modo de expresarlo
tu piel me saturaría
es tanto el salitre del estío...

llámame en octubre
porque la noche llega antes
y el amor lo agradece
serás mi esplendor

acaloradita entre tú y el otoño
apagado el sol
sólo tu luz
quizás
de tanto recordarme infantil
engendre ese hijo frutal
que quite a octubre su fama de nostálgico

ya el verano tiene sus adeptos
deja que se quieran otros bajo el sol
yo elijo un manto de hojas doradas

llámame en octubre
no queda tanto

en ese mes la siesta no es bien vista
y sin embargo
nada más hermoso que amarse
detrás de las ventanas
humedecida SIMBIOSIS
llámame,
octubre nos reclama.

Carmen VALLADOLID, "S..."

Nuria del Saz

Buscando amor

Quiero retener entre mis dedos
el algodón de tus primeros cabellos,
la tersura de tus mejillas derrochando infancia
y el rítmico contacto de tus labios
en torno a mi pecho.

Bebé, mi bebé.
Vientre con vientre, Diana,
piel con piel,
te siento cada noche,
cada noche,
cada hora,
cada despertar.
Y sueño mientras duermo
con tus labios y tu pequeña lengua
inundada de blanco.
Caricias diminutas
reafirmándome que estás aquí
con tus ojos grandes,
aún de color incierto,
que me miran
buscando amor.

Nuria DEL SAZ, "Buscando amor"

Sueños de madera...

Sueños de madera
como los de las marionetas
que tejen entre sus cuerdas
virtuas de papel y pesadillas de aluminio.

Sueños de cartón mojado
como las manos agrietadas del campesino
que llenas de durezas y callos
se sostienen clamando al cielo.

Sueños de agua clara
como los de los niños,
inocentes y puros
que hipnotizan cuerpos inofensivos.

Sueños de papel
como los versos revelados
que las musas nos susurran al oído
cuando intentamos conciliar el sueño.

Sueños de cristal
como los besos de los primerizos
que son frágiles y breves
porque el miedo a equivocarnos
nos hace ser más precavidos.

Sueños en blanco
cuando sabemos que soñamos
y no recordamos nada
tan sólo el sabor agridulce
de la amnesia momentánea.

Sueño que sueño contigo,
que envolvemos nuestros temores
y que sin pudor nos desnudamos
dispuestos a explorar
los misterios cotidianos de la noche.

Ana María SALDAÑA, "Sueños de madera..."

Hoy no ha salido el sol...

Hoy no ha salido el sol,
por eso te reservo
una estrella en el bolsillo.

Para que sonrías.

Y tu mañana nos sacuda
nuestras sábanas de invierno.

Lorena SALAS RUANO, "Hoy no ha salido el sol..."

Allá

Allá donde soñamos ir.
Allá donde queremos llegar.
Allá donde la ilusión no entiende de circunstancias,
donde la palabra hace eco en la distancia.

Allá donde se perdió la esperanza de vivir sin añoranzas.
Donde el miedo no tiene secretos,
y la confusión invade la mente.

Allá donde la libertad tiene un precio.
Donde sobrevivir es vivir,
donde la verdad no tiene complejos,
y la culpa no tiene dueño.

Allá donde la eternidad no existe,
sólo el momento,
el instante que pasa a ser recuerdo.

Virtudes REZA, "Allá"

Poética II

La poesía no es más que una forma de desnudar la realidad. Colocarse cada mañana unos anteojos especiales con los que escudriñar a nuestro alrededor; mirar por el visor de una cámara mágica para desvelar la cara oculta de las cosas, traspasar la piel de la tristeza y los tejidos de lo cotidiano y llegar al hueso de lo que nos rodea, del sentimiento, de la belleza, de lo insólito, lo mundano, lo injusto...

El ritmo, la concisión y humor son tres de las cualidades de mi cámara, una lámpara de rayos x que echo al bolso de cuando en cuando.

Eugenia PUERTAS HOLGADO.

Confesión agramatical

CONFESIÓN AGRAMATICAL
(A ser posible en voz baja)

Descreo
De los prefijos.

Rosario PÉREZ CABAÑA, "Confesión agramatical"

Amoreira

A Miguel Ángel

Pediste que parara el tiempo.
Y el tiempo quedó
varado en una ola.
Te quedaste por siempre
en aquella playa
donde nada malo
podía ocurrirte,
donde no quedarían los recuerdos,
donde sólo, la esperanza.

Inés María LUNA, "Amoreira"

Amor marítimo

Para Isidoro

En tus labios, puerto abrigado,
van a atracar mis besos y echarán
anclas enamoradas en tan cálido
fondeadero.

Esperanza LÓPEZ, "Amor marítimo"

Cuaderno de bitácora

No perder la cordura,
el norte de los sueños,
lo que sí existió
aunque ya es ido.
Dejar que la memoria
haga bien su trabajo.
Y que de vez en cuando
aneguen los recuerdos
los diques del olvido.

Alicia JURADO QUESADA, "Cuaderno de bitácora"

Poética

Escribir es un acto de amor. Como el amor, tiene su mecánica y sus ritos. Como el amor, contiene su prodigio y su desgracia.

Rocío HERNÁNDEZ TRIANO.

Alborada

Ella robaba al tiempo calendarios.
Él desandaba caminos.

Dormidos en los brazos
de la última palabra,
navegaban de un mar a la deriva,
sin tabla de promesa a la que asirse.
La noche era de espuma entre sus dedos
y el cielo amenazaba em alborada.
Amaneció deprisa y sin aviso.
Se izó en el cielo el desamparo
y una luz nueva
rompió sus sueños para siempre.

Ella llenó de versos su maleta.
Él se dejó en el suelo la esperanza.

Esther GARBONI, "Alborada"

Ya la morada de la serenidad me acoge

Mis desvelos, mil veces abortados
cruzan el pasadizo que anhelaba.
Pasó pronto la madurez. Atisban
recuerdos y memorias de estaciones
donde dejamos la pregunta a ciegas.
No pesa el equipaje, pesa
aquello que no se declaraba:
el amor, aquel beso no dado,
las horas no cantadas,
la palabra que nunca se pronuncia,
se ahoga en la garganta, la dejamos
atada, bien atada para que no delate
nuestra debilidad; nos hace fuertes
el sabernos de incógnita, de -no te conocemos-
Y naces, otra vez naces
rebelde, mas sereno
y azules mariposas que alberga nuestra sangre
gritan, se mueven, aletean
deseando salir al exterior,
romper con la cordura,
vivir con ritmo propio,
poner límite al último camino.
No volver a ser necio.

Isabel DÍEZ SERRANO, "Ya la morada de la serenidad me acoge", El tiempo y sus ocasos.

Fresas sin nata

Hoy sólo estaré a dieta de tus besos:
nada de caras grises de MARTES.
Tu boca entre cuchillo y tenedor mientras cenamos.
Prohibido levantarse de la mesa
sin acabar el plato.
Se puede repetir.
No olvide el comensal
pasar por la cocina
para felicitar al cocinero:
ya sabrá agradecerlo a su manera.

Anabel CARIDE, "Fresas sin nata"

Re-tor-cién-do-me

Deja que te libe todo el cuerpo,
que guarde toda la magia
que te sobra.

Déjame lloverte cuando
no lleves paraguas.

Y después de otoñarte
meterte mi nieve
en el centro de tu páncreas.

Perenne
en tu/mi corazón

Siracusa BRAVO, "Re-tor-cién-do-me"

Sin alpiste

No beben ya mis sueños de tus besos
ni picoteo caricias como antaño,
tanto amé ser pájaro enjaulado
que me estrello en cada vuelo

y eso,

y eso que ahora me sobra espacio.

Siracusa BRAVO, "Sin alpiste"

Teleología

Los días fueron hechos
para el café, los taxis por las calles
y las tiendas de ropa, los atascos
y el trabajo y el jefe que pide más café.

Las noches se inventaron
para que las muchachas miraran a la luna
y en los pubs tonteasen las niñas con bikini
y en mi casa fumaran mis amigos

y tus ojos cayeran en mis ojos
como el cielo plomizo sobre una aldea gala.

Rocío ARANA, "Teleología", Magia.

Nos habitábamos

Nos habitábamos.
Vivíamos dentro
de nuestras pieles.

Estábamos desarmados.
Nuestros corazones
latían al unísono.

Pero todo era automático.
Cuadros impolutos
que reflejaban rutina.

Saray PAVÓN, "Nos habitábamos".

Mientras duermes

Una cuna en el aire
y el trigo arrullado.
Canta la noche su silencio
para que mis ojos se hagan nudo
con tu sombra.
Y borren de tus sueños
la ceniza.

Asunción ESCRIBANO, "Mientras duermes"

El murmullo del olvido

Te estoy llamando,
y se me llena la boca de otoño.

Ahora que te has ido,
guardaré tus labios
en el oleaje de mi vientre.

Voy a derramarte
en la agonía de este poema,
incansablemente,
hasta que se queje.

Surgirás,
brotarás de la muerte asustada,
de un mugido triste,
de la noche, de la nieve.

Suenas, dulcemente
como un murmullo en el olvido,
abrazándome la espalda.

Ahora que te has ido,
voy a quedarme quieta,
inútil, suave...

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "El murmullo del olvido"

Alma de ola

"Eran tus pies la playa y tengo alma de ola"
decía en un poema que escribió para mí.
Y fue su voz creando algas y caracolas
en mi mar, anunciando un encuentro feliz.

Pero nunca sus manos encontraron las mías.
Jamás nuestras miradas vieron la misma luz.
Mi pisada y la suya fueron siempre distintas.
Él su camino rojo, yo mi camino azul.

Y aquel amor sin tiempo, sin fechas ni esperanza
se apoderó del mundo que había entre los dos.
Ahora poseemos una victoria mágica:
No puede separarnos lo que no nos unió.

Era su voz la vida y estoy recién creada
por sus acentos. Siguen sus versos en mi ser.
Siempre estará mi nombre en su boca. En la mía
aún me queman los besos que un día le negué.

Josefina VERDE, "Alma de ola"

martes, 2 de agosto de 2011

Vértigo

En asfixiantes ciudades,
al límite de todo,
he vivido
y sin embargo
sólo tú
me das vértigo.
Contigo nunca sé
nada,
contigo tiemblo,
desaparezco.
Me das vértigo.

Eres como el Guadiana
y pierdo el camino,
tus brazos;
te miro y viene el mareo,
se van las palabras.
Contigo sólo crece
la incertidumbre,
contigo tiemblo,
titubeo.
Me das vértigo.

Saray PAVÓN, "Vértigo"

Efímeras como un beso...

Efímeras como un beso
son las noches de los amantes,
vestidas de azul
y transparentes como la luna.

Eterna e infinita es la espera
que ambos cumplen resignados
como una condena perpetua.

El reencuentro es
como si miles de mariposas
revoloteasen en sus estómagos
y sintiesen en sus cuerpos
el vértigo de los suicidas.

Amargas como un puñado de almendras oxidadas
son las despedidas;
la noche que ha sido testigo directo,
da paso a la mañana
y se despide con mal sabor de boca
porque efímeras como un beso
son las noches de los amantes.

Ana María SALDAÑA, "Efímeras como un beso..."

Aromas

Hay aromas de un recuerdo
que no muere,
y que no encuentra fin.

Hay fragancias de mi perfil pasado,
que hieren mi presente,
dejando abandonados todos los sentidos,
que no encuentran la ilusión,
que ya no saben vivir.
hay días que no despierto,
hay noches que no duermo,
hay soledad en los recuerdos,
hay vacío en mis días de invierno,
hay aromas en los sentimientos,
aquéllos que no pude vivir,
a veces me arrepiento,
a veces siento desenfreno,
me acelero, me agito,
siempre encuentro el mismo fin,
siempre encuentro aquellos aromas llenos de recuerdos,
que siguen viviendo en los poros de la piel,
y en las grietas del pensamiento.

Pequeños aromas que son eternos,
sin importar los años,
sin importar la muerte,
fragancia de hiedra viva y rosa muerta,
que ahogan el deshojar de la vida,y hacen más espesa la niebla.

Hay aromas de recuerdos,
aquéllos que vivirán más allá de la frontera de mi cuerpo,
de mi mente y mi destierro,
aromas de imágenes,
que el viento va meciendo
y que la lluvia arrastra a las rocas de la vida,
pequeños momentos que formaran parte de grandes momentos,
pequeños suspiros de vida que ahora no encuentran aliento,
hay aromas de recuerdos,
templados por la vida,
tenaces al olvido,
viejos recuerdos que convivirán con nuevos recuerdos,
que no morirán,
que no encontrarán fin.

Virtudes REZA, "Aromas"

lunes, 1 de agosto de 2011

Desnudo de palabras

Ven por la ventana de la vida, asómate al balcón de las incertidumbres, verás que sigo aquí, recordándote, hablándote en silencio como tú bien hacías. Y bien cierto será que no te ponga flores, crisantemos, caléndulas o rosas. Sabes, que a mí la piedra me causa calofrío, prefiero estar contigo en el sueño y el rezo; mas no vengas cargado de angustias ni de espadas, tus páginas se fueron selladas con la cruz, esa cruz que cargamos desde que amanecemos, germinados de sol o de alba en plena noche.

Y te he soñado, padre, ya me quedo tranquila, pues veo que te llevo como se lleva a Dios, tan dentro de mi alma, de mis entrañas dentro, que sé que has alcanzado el sendero de Amor y desde allí contemplas el temblor de la arcilla, la arcilla que ya sabe tu mágica emoción. ¿Ves el mar que me canta? ¿Ves mi rostro observándote? No quiero que deambules por áridos desiertos sangrando aún tu herida, tu fiebre, tu delirio.

Cangilones del viento van ahogando tu grito, ése que se quedó en mi pecho horadado. Por eso quiero, padre, que cantes hoy conmigo por todos los océanos por donde navegaremos. Tus ojos, hoy lumínicos desandan el cansancio, que te llevó sin duda al fondo del abismo. Pero yo te rescato con mi amor, padre mío, y seguiré soñando para tenerte cerca. Mis pupilas dormidas en la noche, se encienden, y vuelan las oníricas playas donde tú ya relumbras.

Y hablas, padre, hablas, te escucho adormecida. Escucho al fin tu voz, que se fue cielo-adentro.

Isabel DÍEZ SERRANO, “Desnudo de palabras”, Desnudo de palabras.

Sencillo como el viento

Llegas
y me cubres de soles misteriosos,
acudes redentor a mi llamada
y nadamos en labios de la noche.
Misticismos azules nos arropan
decreciendo la duda que latía.
Estás conmigo, crezco,
viajas por mis venas pudorosas
y me aúlla la sangre en su delirio.
No temas despertarme
que hoy quiero derramarme en tu espesura,
en las olas tranquilas de tu pecho,
-tentáculo sublime- quiero
cual fiel enredadera
trenzarme en la marea de tus alas
arrancarte la luna de la boca.

Isabel DÍEZ SERRANO, “Sencillo como el viento”, Las horas detenidas.

Quisiera

A mi hijo Alonso






Quisiera darte tantas cosas.
Quisiera enseñarte el secreto de la vida.
Quisiera verte por siempre en mi memoria.
Quisiera contarte tus primeros pasos,
tu primera imagen,
tu primer beso,
tu primer abrazo.
Contarte la inmensidad de mi alma,
cuando descubrí que te sentía,
cuando descubrí que te quería.
Contarte tu primera sonrisa
tu primer guiño,
tu primer adiós.


Quisiera darte tantas cosas,
darte la ternura,
darte la cordura,
regalarte el sol y la luna,
el mar infinito,
la calma del cielo y parar este tiempo para verte sin recuerdos.


Quisiera que entiendas la sinrazón y la locura,
de los días que no fueron vida,
que tengas este corazón afortunado,
cuando alces tu pequeña estatura buscando cariño,
que mi refugio sea el tuyo
cuando busques con tus brazos y encuentres vacío.


Quisiera cargar con tu pena,
dar alegría a tus momentos,
instantes de armonía,
y calma a tus pensamientos.


Quisiera quitar el sufrimiento,
el miedo que crece a la sombra de mi tormento,
la condena que nos hace bailar con el viento.


Quisiera ser estrella,
ser fugaz cada noche,
ver volar la fantasía,
y hacer realidad tus deseos.


Quisiera mirarte a los ojos,
que veas el interior verdadero,
que sientas que te sentí sin tenerte,
que te quise sin verte,
que ahora tengo la razón de mi existencia,
la razón por la que vivo y no muero.


Virtudes REZA, "Quisiera"

De los papiros mágicos

«Haz que esté aterrorizada, que vea

fantasmas, insomne por la lujuria

y el afecto hacia mí»

Papyri Magicae Graecae VII, 888-9






–Vengo del mar.
Las olas, serviciales,
se han llevado su nombre y sus cabellos
en la lámina blanca de estaño que grabé
con un clavo de barca roída en un naufragio.
Los dioses son leales: han oído mi súplica.
Él, con la gracia fresca de los gestos
primeros del amor, ha cortado su rizo tan oscuro
como primicia amante y generosa
y yo le he sonreído al recogerlo.
No sabe qué venganza negocié con la diosa
si aquieta su deseo, si abandona mis brazos:
que la Muerte le clave poco a poco
en la espalda sus uñas purulentas,
que el Espanto le abra los ojos en la noche,
su corazón se ahogue perforado de espinas,
su pecho se agusane de terror y miseria
y se corrompa el jugo tan dulce de su boca.
Y que nunca el Deseo vuelva a hablar por sus ojos
como me ha hablado a mí y a mi pobre locura.

Aurora LUQUE, "De los papiros mágicos", Carpe Amorem.