Dime si acaso entiendes
el milagro de una ventana que
se abre para contarte
todos los secretos del mundo.
Cuéntame si sabes cómo
invade tu espíritu las cosas,
los lugares. Cómo regresas así
sin haberte ido nunca.
Recuérdame si sabes
cómo tus ojos de niño
miraban al amor y
háblame del Pont des Arts
y los pronombres:
toi et moi sobre los metros,
las plazas, los teléfonos.
Sobre los tejados era un hilo
mi mirada hasta Montmartre
y hasta tu almohada.
¡Qué dulce despertar en la
buhardilla de tu boca,
en el huitième quartier
de tu cuerpo!
Dime si entiendes el
milagro de los días.
Si el club-jazz fue un lugar
o un ojal donde esperarte.
Recuérdame si entonces
hacía frío o era tu risa la calidez.
Si era enero, abril, o un avión
que volvía
cargadito de ti, la tristeza
y mis maletas.
Si era abril o fue tu nombre
una poesía prometeica,
un encuentro fortuito,
una ficción de Borges.
Háblame de los versos,
del olor de la verbeine y
escríbeme de pronto algún
"te quiero", alguna carta
a media noche.
Nadie entiende el milagro
más que la nostalgia y
yo quisiera decirte,
besarte, esconderte dentro
para volver de pronto a
mirar sin conocernos -y
saber en cambio quiénes somos-
a preguntar de dónde eres
a averiguar si es entre tus dedos
cuando surge el Aleph.
Mónica VELASCO, "Dime si acaso entiendes..."
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