Llegas
y me cubres de soles misteriosos,
acudes redentor a mi llamada
y nadamos en labios de la noche.
Misticismos azules nos arropan
decreciendo la duda que latía.
Estás conmigo, crezco,
viajas por mis venas pudorosas
y me aúlla la sangre en su delirio.
No temas despertarme
que hoy quiero derramarme en tu espesura,
en las olas tranquilas de tu pecho,
-tentáculo sublime- quiero
cual fiel enredadera
trenzarme en la marea de tus alas
arrancarte la luna de la boca.
Isabel DÍEZ SERRANO, “Sencillo como el viento”, Las horas detenidas.
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