Efímeras como un beso
son las noches de los amantes,
vestidas de azul
y transparentes como la luna.
Eterna e infinita es la espera
que ambos cumplen resignados
como una condena perpetua.
El reencuentro es
como si miles de mariposas
revoloteasen en sus estómagos
y sintiesen en sus cuerpos
el vértigo de los suicidas.
Amargas como un puñado de almendras oxidadas
son las despedidas;
la noche que ha sido testigo directo,
da paso a la mañana
y se despide con mal sabor de boca
porque efímeras como un beso
son las noches de los amantes.
Ana María SALDAÑA, "Efímeras como un beso..."
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