Nada me salvará. Sigo sangrando
metáforas, mordiendo mis palabras
hasta ahogarme, fingiendo ser domingo
soleado, botella medio llena,
noche de carnaval, tarde de todos.
Nada me salvará y aún me resisto
a entregar, al silencio, mi rebelde
furia sin contención, mi sorda rabia,
mi tartamudo miedo... Grito al aire:
¡No somos hijos de una mañana libre!
¡No somos padres de una idea nueva!
Los primogénitos murieron. Grito
al aire: ¡No seré tu dios de plástico!
¿Acaso alguien me escucha tras su puerta
blindada? Tal vez tú, que no te asustas,
encuentres un camino que nos salve.
Tal vez tú, que no tienes puesto nombre.
Mi impaciencia descuelga las aristas
de la noche. No tardes en llegar.
Esther GARBONI, "En espera"
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