Te estoy llamando,
y se me llena la boca de otoño.
Ahora que te has ido,
guardaré tus labios
en el oleaje de mi vientre.
Voy a derramarte
en la agonía de este poema,
incansablemente,
hasta que se queje.
Surgirás,
brotarás de la muerte asustada,
de un mugido triste,
de la noche, de la nieve.
Suenas, dulcemente
como un murmullo en el olvido,
abrazándome la espalda.
Ahora que te has ido,
voy a quedarme quieta,
inútil, suave...
Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "El murmullo del olvido"
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