viernes, 28 de octubre de 2011

De Dédalo y sus pasiones secretas

Tú:
Candil de lujuria en el silencio añil del laberinto de tus labios.
Yo:
Dédalo, artesano de tus estremecimientos y arquitecto de tus anhelos.
_
No te muevas: te voy a cortar las alas, romper esquemas.

Z.



martes, 18 de octubre de 2011

Tenías un resplandor dentro de tus ojos...

Tenías dentro de tus ojos
un resplandor de los vientos
y en tu corazón una llama salvaje
que decías nunca iba a apagarse,
también dentro de tus ojos, un mar verde,
el enfurecido mar de nuestra isla,
recibiendo tempestades,
también en tu corazón una impetuosa primavera tropical
con una blanca paloma temblorosa
y una golondrinita de Dios que nunca viaja.
Tenías dentro de tus ojos los domingos,
como si tocara la campana de la iglesia blanca
en la ladera más alta del pueblo
y comenzaran los agricultores de la misa.
Y dentro de tu corazón, un amor puro
como la primera hora del amanecer,
como rocas secas
de nuestro desnudo campo.
Tenías dentro de tus ojos
un mundo entero, ahí
bailan nuestros sueños a la orilla del mar,
envueltos, algas saladas,
jóvenes arcángeles y muchachas etéreas
prenden luces cosmogónicas
y caminan en el fuego, brincan, chillan,
y cantan canciones claramente ancestrales:
Y los mares y las montañas,
y los mares y las montañas,
y los mares y las montañas un día...
¡Oh!, mi amor se consumió el corazón
de Hermes, cuyo corazón es la torre de la Muerte.
Tenías dentro de tu corazón
un mundo lleno de nuestros sueños,
allá beben y desvarían y blasfeman.
Los ebrios comienzan a degollar
miles de ovejas, miles de jóvenes besándose,
riéndose de Caronte con el rakí y la canción;
allá se ciñen los carros y ladrones se desvelan
¡Ay! Y de una cumbre a otra vuelan como águilas reales.
Tenías dentro de tus ojos
un resplandor del aire de la patria
y en tu corazón una llama salvaje
que decías no se iba a apagar nunca.

Diamkis MINÁS, "Tenías un resplandor dentro de tus ojos"

domingo, 2 de octubre de 2011

Tus manos

Tus manos,
no atraviesan
mi desnudez.

Hoy me visto
con mis lágrimas.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Tus manos", El silencio de las lilas.

Sueño de luna

Alquilaba lunas para mis poemas
y bastaron tus labios para todos los versos.

JOSÉ LUIS MOYA

Mientras este poema
besa tu boca con ternura,
mírame en la tristeza nocturna.

Y si enloquezco
aquí está tu nostalgia
silenciosa ante mí
como un chorro de estrellas.

Sobre mi piel.
sueño tus manos abandonadas

De sólo recordarte
con esta luna íntima
tiemblo y me enciendes.

Y la distancia
ni siquiera se atreve a negarte, amor.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Sueño de luna", El silencio de las lilas.

Sólo se puede morir por ti

Aquí tienes
mi corazón
a donde ir

y si no es bastante
aún te queda mi vida.

Sólo se puede
morir por ti.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Sólo se puede morir por ti", El silencio de las lilas.

Tristeza sucia

Escucha luna,
este poema
es el último poema que escribo.

Ya la muerte
me estrenó la boca
con un sol helado.

Ya estoy
sucia de tristeza
para siempre.

Ya todo el dolor es mío.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Tristeza sucia", El silencio de las lilas.

Silencio

Yo seré la nieve
recién segada
debajo de tu piel.

Te amo tanto,
no me dejes.

Yo seré la última oración
en tus ojos muertos.

Jamás estuve en otra parte,
sólo a veces,
por respirar,
descanso en el silencio.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Silencio", El silencio de las lilas.

Poema de otoño

A Víctor, mi hijo.


Escucho quebrarse
el otoño en la urdimbre
áspera e interminable
que lleva en sus
adentros la nostalgia.

Desolado,
deja posos
en la palidez de las hojas.

Y no existe nada
que roce el musgo
con más cansancio.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Poema de otoño", El silencio de las lilas.

Noche última íntima

Mi boca no goza
el sabor de las moras.

Me robaron la ternura.

Desnudaron la piel
Para no sentir los besos.

Todos los interrogantes
caben en mi herida.

No me perdono
este dolor, brutal,
en la sangre.

Ya no te amo.

Voy a la muerte,
No quiero morir más.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Noche última íntima", El silencio de las lilas.

Sola

La soledad
es una diadema de piedra
que oprime el alma.


Este silencio me pertenece.

Déjame sola, soledad.

En este dolor
que va creciendo.

En el recuerdo
que insiste
acorralándome.

En estos besos
que maldigo,
déjame sola.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Sola", El silencio de las lilas.

Confidencias

Empedrando la lluvia
con tu ausencia,
se resquebraja el silencio
de buscarte.

Tus manos no ocupan mi palidez.

En esta confidencia
se desvanece septiembre
con una fiebre de sollozos.

Y el amarillo besa con más dolor
esta ingratitud.
Esta melancolía
siempre supe que sería mi muerte.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Confidencias", El silencio de las lilas.

Hambre

Para esperar tus manos,
desmigajaré la eternidad
más allá del tiempo.

Duele estar contigo,
sin ti.

No sé qué hacer
para rozarte.

Salpicaré la luna
con este poema
para sentir tu piel de madrugada.

No sé a dónde huir
para sentirte,
dónde hacer un alto
y abandonarme,
y fallecer,
y apagarme
en el alimento maldito de tu boca
donde todo se acaba.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Hambre", El silencio de las lilas.

Todo el silencio

"El silencio
hace el amor con todo"

ALEJANDRA PIZARNI

En esta noche de lluvia,
daría todo el silencio
para escuchar tus pasos.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Todo el silencio", El silencio de las lilas.

Poema herido

Puede que ya no te ame,
pero mi nostalgia
deambula por tu ausencia.

Sueña rota y herida
que lo mejor para morir
es tu boca.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Poema herido", El silencio de las lilas.

La culpa

Perdóname el tiempo
vacío sin ti,
y la respiración
que antecede a tu aliento.

Si fuera posible nacer,
para morir de ti
y no tener final.

Dame la muerte
y la resurrección,
y me reconoceré
a mí misma.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "La culpa", El silencio de las lilas.

Una costumbre

Para hablarte sin palabras,
escribo poemas
sobre el ritmo de los días.

En un concierto de lluvias,
resbalan mis besos para ti.

De un soplo
están brotando flores en los cristales
y un puñado de cerezas de tu boca.

Para seguir viva,
contendré la respiración
hasta que me quieras.

No sé en qué rincón
abandonarme para quererte.

Es una vieja costumbre
no hay una lógica para amarte así.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Una costumbre", El silencio de las lilas.

Noche de rosas

Después del dolor,
el amor es un derecho.


Sabe a muerte mía
esta noche de rosas.

En estas manos de nieve
ya me faltas
y te palpo
en la imperfección del frío.

En este amor que te doy,
solamente pierdo la vida
infecunda, inútil
sin tu propia sangre.

Quiero asirme
a la cuerda de tu ausencia,
quiero arrojarme
en esta flecha amarga
de melancolía.

Ya siento la nada
enloqueciendo
sin tus brazos.

Ya viene sin ti la soledad,
infectando los pinos,
donde pasaba el amor
de tu mano a mi mano
emocionando el aire.

Por nombrarte,
vencida, tragará mi garganta
este vendaval de hojas.

Y mientras se incendia la luna,
con una escarcha violeta,
rozarás mis senos
cargados de otoño.

Entonces amor,
por sentirte,
esta noche,
me bastará la muerte en cada poro.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Noche de rosas", El silencio de las lilas.

Proximidad

Que tu silencio
me grite
en todas
las formas
posibles.

Que tu transparencia
me acaricie
para soñar.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Proximidad", El silencio de las lilas.

Iris

Ingrávida mañana
inquieta, imprecisa.

En el iris,
tu pupila inmóvil,
indecisa.

Herida de muerte,
tu boca con una idea fija.

Tus besos más apasionados
sobre un poema agonizan.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Iris", El silencio de las lilas.

Arpegio

Estos poemas tuyos,
llenan el lento transcurrir del tiempo.

Esta luna íntima tan voraz,
insoportable.

¡Este dolor...!

Tu ausencia es la única
evidencia que tengo.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Arpegio", El silencio de las lilas.

Caminos azules

Calles gastadas de tristeza.
Penetrantes hebras de melancolía.
Espinos irascibles de la noche mortecina.

Las nubes de titano cabalgan la inmovilidad de los
tejados.

En mi fente un dardo de silencio y siemprevivas.

Descalzo la memoria en una esquina rota / de
desamparo.

Delirios de cristal y nieblas grises,
tumbándose a mi lado / relajan la cintura.

En un curso desesperado / la noche eterna invado
mi pelo.
Al borde / el abismo.

En mis pupilas / gotas de lluvia resbalan como lágrimas.

Mis pezones crueles / se encienden / íntegros de
relámpagos.

En el silencio morado / dibujo garabatos abstractos,
Libélulas amarillas.

Vuelvo conmigo y acabo / vértigos de fiebre / acordes
de Puccinni.

Y la noche fosforescente se pierde por caminos azules,
colgada de mi boca y mis dudas infinitas.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Caminos azules", El silencio de las lilas.

Brinca la memoria...

Brinca la memoria en un amuleto infantil
reflejándose en una táctica de canicas extraviadas
y bolitas de anís.

Mi ropita de festejo y catecismo
tibia de música y cine,
acaricia la niñez
dando cuerda al ferrocarril de lata.

El charol se pierde en la comba
con calcetines inmaculados, de puntillas
convidando a regaliz.

Cándida baila la peonza
erosionando el polvo
al amparo de un paréntesis.

En mis manos infantiles,
todo el olor del campo.

Mientras galopan cuentos
en el regazo eterno
de mi madre.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Brinca la memoria...", El silencio de las lilas.

Sabores de infancia

"Quiero mirar el mundo
con los ojos de un niño"

MARTÍN GARZO

A mi madre.

Con un gusto de nostalgia
se recomponen el recuerdo
de mañanas en un patio blanco,
con sabor a galletas
y una caricia de limones.

El viento lleno de besos
juega en las ramas
hinchando las mimosas.

Ensartando en mis manos
un rosario de ternura,
trepa por los dedos
una mariquita de siete corazones negros.

El sol indócil,
pasea por un azul puro,
improvisando en la lona
caza mariposas.

Excuso mi ignorancia algebraica,
y a la sombra de emparrado.
abandono la desgana escolar
haciendo la revolución con las tizas y las uvas.

Sueña el brocal del pozo
coronando la hiedra
acunando la siesta.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Sabores de infancia", El silencio de las lilas.

Poema del aire

Cuando me llames,
de bálsamos crepitará
el aire en mis dedos
heridos de rosas.

Sólo por mirarme,
despacio,
destrenzaré mi pelo
sobre cualquier amanecer.

Y si me amaras
de mis pechos desnudos
brotará un poema de aire
y unas gotas de luna.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Poema del aire", El silencio de las lilas.

Sal saladita

Siente en mí
la vida, ven...
ahora que en los ojos
me reptan solsticios de lava,
ahora que en el vértigo
de los labios me escurren
todos los vinos. Ven.
Recorre el acantilado,
el abandono de mis ingles,
ahora que la noche fértil
me cruje entre las piernas
agitando panales enteros,
ahora que en la piel
me gotea y me sabe
más fresca la luna,
es necesario que mastiques la sal
y esta lluvia de vainilla que extraje de los pechos.
Ahora que mi cuerpo desnudo
es un cereal con brote de mimosas...
ahora que llevo en la boca
el sabor de las ciruelas...
es necesario que anegues el foso,
es necesario que succiones esta alquimia
verdadera y terrible,
amor mío.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Sal saladita", El silencio de las lilas.

Los cactus de nadie

Los colibríes
esparcen en los senos
la última rosa.

Y tú paseas
por el corazón
clantestinamente
con un tacto de frutas.

Aquí, donde
los arlequines
se remansan,
me desnudo
sobre los cactus de nadie.

Aquí, sobre
los granados intangibles
una luna púrpura
me besa las manos.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "Los cactus de nadie", El silencio de las lilas.

El blues del deseo

Por los ojos
pasa todo el deseo.

Con las manos
me besas
el relieve
de la boca.

Hay mariposas de luz
que suben
por la espalda
sin rozar la piel,
despacio, lentas...
hasta la nuca.

Olvido respirar.

Sobre un pedazo de escarcha
me calcinas.

Tu aliento
se hace escama
en los pechos.

No sé ni donde
estamos.

En este preciso instante
nos dejamos morir
tan vivos
sumergidos en una playa.

La sal.
La gruta.
Los besos...
y el grito de las cuatro lunas.

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "El blues del deseo", El silencio de las lilas.

La vigilia de Venus

Todo te espera.


Amenázame con amarme,
cóseme al tiempo
que no me has tenido.

Quiera Dios que regreses
preciso a mi vientre
irreconocible de esperarte ya,
insoportable.

No sé por qué
revientas el zumo
de las jícaras y los pechos.

Ebrio de besos
bosteza en los peces de colores
que habitan mi charco.

Anticipa el vaho de pecado
más allá de la saliva.

Puedes morir en la boca
sacudiéndote desesperadamente
en un alud de rosas.

Funde tu melancolía
a mi sonata,
de jugos y sustancias
con sabor a manzanas.

Traga a bocados
el mosaico de perfume y tierra,
la carne exigua de mi gruta.
Y mi estremecimiento,
úngelo en un óleo amarillo.

Átame inesperadamente
a un nudo de fruta fresca.
haz de mi un dardo de papel desnudo y
tápame la boca con papiros fríos

Maribel DOMÍNGUEZ REAL, "La vigilia de Venus", El silencio de las lilas.

Salamanca otoñal

Llueve. Llueve mansamente sobre el otoño
y sus fachadas. La ciudad dorada se derrite
entre los charcos, y las torres, compactas
como coágulos terrosos, asemejan doblegar
al cielo con sus fustes de piedra centenaria.

Salamanca es la más bella ciudad en el otoño.
Todo en ella respira fervor, y una paz autista
se apodera de sus calles cuando llueve.

Una iglesia campanea y llama a misa.
Desde su atalaya el silencio se trocea
en armónicos de bronce vegetal,
y una procesión mutilada y siseante penetra
entre sus muros entumecidos de tiempo.

Es terriblemente hermosa esta ciudad de ascuas
y torres encendidas bajo las crines locas del otoño,
cuando el viento húmedo hace desmayar y aja
la transparencia palpitante de sus fuegos.
Cuando el cielo astilla la claridad ebria
de su tarde, con inclinadas agujas que acarician
y fragmentan las aceras de brillos y cristales,
como una salmodia de sosiego bautismal.

Tras la ventana, el asfalto se salpica de paraguas,
de lentas pisadas que acompañan la cadencia
plácida del día, el invicto desamparo de sus luces
como fanales despintados bajo el agua.

-En cada puerta clausurada, se intuye el gorgoteo
furioso de la vida, arropada de humedad-

Esta ciudad añeja y peregrina, con su lujuriosa
sucesión de estrellas, brisas y manantiales,
como una cuchillada líquida en la retina,
duele de tanta hermosura en el otoño.

Asunción ESCRIBANO, "Certeza", La disolución.

Silencio

Pero, sobre todo, dejadme con la luz blanca,
que es la que abrasa y derrota a los hombres heridos,
a los días tensos, a las ideas como cuchillos.

ANTONIO COLINAS

Sin poder hablarte,
sin saber qué decirte,
me sitúo en tu memoria,
en el centro de tu vida,
al lado de tu isla abandonada,
en el alba de una página sin fecha.
Para reconocerme en ti,
luz hiriente.
Semilla del espacio en blanco.
Silencio del candor confuso
y primero de la vida.

Asunción ESCRIBANO, "Silencio", La disolución.

Ciudad sin nombre

La luna cabrillea en los charcos
sucios de la noche. Araña
el cáliz de miedo y de silencio.

La ciudad no tiene nombre.

Se lo prestan tus pisadas
a mi lado.

Asunción ESCRIBANO, "Ciudad sin nombre", La disolución.

Habitaré tu nombre

Ma il mio mistero è chiuso in me,
il nome mio nessun saprà!
No, no, sula tua bocca lo dirò,
quando la luce splenderà!

Turandot, de PUCCINI

Habitaré tu nombre cuando la arena que me hace
se diluya en la respiración del tiempo.
Viviré en el hueco abierto de tus manos,
como llaga o como chispa luminosa.
Habitaré en el suave tacto del otoño,
con su crepitar acético,
escurriéndose amarillo en su cadencia.
Poblaré tu nombre de preguntas, de latidos
y de llantos enhebrados hacia dentro
como una gabilla prisionera de plegarias.
Habitaré en la mirada sin respuesta,
en el cristal herido,
en la ceniza que me horma,
en el fuego que reclama su quietud,
y en el pasmo enamorado ante las formas
recortadas en el aire, como estampas frágiles,
sostenidas con temblor en su coraza.
Me acogeré en la risa que desgranas
como escarcha en la penumbra,
como esquila húmeda.
Me engarzaré en tu nombre lancinante,
como un látigo de fuego,
cuando todo asfixie
y el planeta ya no pueda habitar,
cuando los senderos infinitos se silencien
con el andar impreciso del espanto.
Habitaré tu nombre que me quema
en la desolación del mundo y su pesar,
como una garra o como una paloma breve
que me salva en el impulso de su vuelo,
hasta la consagración absoluta de la dicha.

Asunción ESCRIBANO, "Habitaré tu nombre", La disolución.

Rúbrica

Escribo estos versos mientras arden.

JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS.

Todo lo que no es fuego es anestesia.

JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS.

No pude sujetar tu nombre
con mis manos.
Y fue resbalando tu huella
rusiente entre las horas.
Calcinándome la vida.

Asunción ESCRIBANO, "Rúbrica", La disolución.

La poesía es...

La poesía es dar nombre a las cosas: el nombre
nuevo por el que serán, en adelante, conocidas.
Es descubrir el nombre verdadero, tapado por
los nombres falsos que ostentaban.

JOSÉ HIERRO

En el principio

En el principio
-antes del espacio tiempo-
era la Palabra.
Todo lo que es pues es verdad.
Poema.
Las cosas existen en forma de palabra.

Ernesto CARDENAL

Certeza

Y yo era un gran sol de luz que respiraba.

ANTONIO COLINAS

Respirar aire, respirar tiempo,
respirar luz,
es el único sentido del presente.
Todo es igual a uno.
Todo es ahora.
Y sólo una certeza:
Por amor ser.

Asunción ESCRIBANO, "Certeza", La disolución.

Distancia

Ponte en tu sitio. Y espiera. Sí, espérate. Es el día
radiante, tras la noche -cielo sin cielo- oscura.

JOSÉ DOMENCHINA

Es la memoria de una herida
la que me empuja a respirar
sonámbula en la fractura de las horas.

Desterrada del acontecer marchito,
todo fatiga y duele.

Llevo la cicatriz de luz
que me hace suya
como un símbolo perdido
en la mirada.

¿Cuánto espacio veré avanzar
hasta llegar al encuentro presentido?

Asunción ESCRIBANO, "Distancia", La disolución.

Sólo tú y tus ojos

Un infinito cabe en la luz de un segundo.

DÁMASO ALONSO

Tus ojos, como bengalas de incendios blancos
sobre mis días.
Sólo tú y el universo quieto
queriendo fragmentarse en torno mío.

Quedarme quieta y acurrucada en el útero del tiempo,
hasta que pase el acerbo dolor de tu mirada.
Luego derramarme en las tardes amarillas
del otoño frágil, alta como la claridad más alta,
breve como un destello agonizante de septiembre.

Y sólo tú en la niebra disgregada del presente.

Asunción ESCRIBANO, "Sólo tú y tus ojos", La disolución.

Separación

Fue el exilio de ti
quien me dio nombre.

JENARO TALENS

Entre tú y yo
sólo la transparencia líquida del cristal más frágil.
Cuántos inviernos perdidos.
La quemadura del mundo de mis ojos
llevaba tatuado tu rostro sin tiempo.

Asunción ESCRIBANO, "Separación", La disolución.

Cuando llega la noche

Esta noche de aguijones encendidos en mis ojos,
de coágulos helados sobre el tapiz oscuro del viento,
quédate a mi lado.
Guíame por la geografía alfombrada de tu tacto,
para navegar juntos el miedo como peces indigentes
de caricias.

No me dejes morir sola en el engarce infinito de
las horas.

Asunción ESCRIBANO, "Cuando llega la noche", La disolución.

Hablo del dolor

Tacho la infancia. Paso a limpio el miedo.

JUAN VICENTE PIQUERAS

Hablo del miedo de una niña
ante el eclipse angustiado de la noche,
crispada su sonrisa,
sin acertar a palpar la luz.

El balancín del tiempo
acunaba sus primeros
gestos doloridos.

Hablo de su infancia en sombras,
reflujo de los años más hermosos,
necrosado su derecho a la alegría.

¿Cómo responder a su mirada
después de realizar la autopsia
a su tristeza?

¿Cómo decirle que esa negrura honda
era el germen de una luz presente
que llena las paredes de mis días?

Pero ella es pequeña y no lo entiende.
Sólo se refugia en su muñeca.

Y lloro, desde la atalaya del fulgor
por la niña que yo fui,
que sembró con su dolor mi nacimiento.
A ella le debo la vida.

Aunque todavía hay días que
en la noche me asusto por la niebla
de la que tanto tardará en salir.

Y la miro acurrucada y me duele
el infinito espacio que nos separa.
El infinito tiempo que tendrá
que recorrer hasta llegar a mí.

Asunción ESCRIBANO, "Hablo del dolor", La disolución.

Sobre la transparencia

Toda esta transparencia, esta inmutable
y clara y lenta forma de morir.

ANTONIO CABRERA

Abre los ojos al vuelo de la tarde,
al cálido fragor de la penumbra.
El aire tiene rima de ceniza.
En tu piel escuece el vértigo del tiempo
que carcome la ternura de los días.
Filtra la lentitud del rito entre tus labios,
y bautiza la rosa como herida:
fulgor de sangre o amapola.
Quizá dejes de ser preñez cansada de minutos,
pero nunca desbandada de sonrisas
en el eco transparente de tu dicha.

Asunción ESCRIBANO, "Sobre la transparencia", La disolución.

Cuando...

Cuando nos asomamos más allá de los sentidos,
experimentamos la angustia de ser mudos.

Ramón Mª del VALLE INCLÁN.

Poética enhebrada

Primero habrá una disolución de la materia,
un dejarse licuar la carne en la mirada.
-Sólo así hay presente y hay poesía-
Un engaste del tiempo
en las fibras ópticas del ser.
Romper con la arbitrariedad
de los límites precisos y aceptados,
para contemplar la auténtica verdad
que respira en el fondo de las cosas.

Detrás sólo existe el todo.
Una certeza de identidad en la luz
que fusiona bordes y canales fragmentados.

-El poeta es el hombre que cabalga el tiempo
con el corazón abrasado de paisajes
heridos por el abandono del origen-

Es necesario romper con lo sabido
para volver a conocer el tiempo
de la curvatura que todo lo unifica.

Después habrá que construir con la palabra
la medida del corazón, para que las horas
y el mundo no sean tan sólo ceniza.
Nombrar la realidad será darle nueva vida
con una palabra templada de lumbre y sangre
que abrase el desgaste cotidiano del hablar.

- No palabra moneda ni vocablo de fuerza,
sino dardo hermoso que arranque
fuego al viejo símbolo-

Regalar al hombre un nuevo sacramento
que contenga abismo y silencio entre sus trazos.
Las dos orillas en que se debate la existencia.

Asunción ESCRIBANO, "Poética enhebrada", La disolución.

Tal vez

Tal vez haya empezado al fin la lejanía...

Tal vez la lejanía esté tan cerca
que toda la razón de ser no sea
más que viejas distancias en potencia.

Tal vez el tiempo esté ya tan distante
que no soy yo quien hace este poema.

Josefina VERDE, "Tal vez", Azabache y Coral.

Sara Elena está enfada conmigo...

Sara Elena está enfada conmigo y hace como que no llora junto al sillón donde yo simulo leer una revista. Repentinamente se agacha y recogiendo del suelo unas migajas de galleta que dejó caer unos minutos antes, me las oferece sin transición, sonriendo ampliamente. Los verdosos ojitos llenos de luz y los desbordados dientecillos explosionando su sonrisa, anegan de gloria el atardecer salmantino. Cuando, tras unos segundos parpadeo perpleja bebiendo la extraña mezcla de los ojos dorados y del oro de la ventana y regreso a la niña, la veo ocupadísima sacando libros y más libros, cuantos libros pueden abarcar sus deditos de rosa y vaciando en unos minutos la estantería baja de la biblioteca y sembrando de despanzurrados tomitos de poesía el suelo y mi sillón de lectora.

Me inclino para coger su grácil cintura entre mis manos pero rapidísimos, sus quince mesecitos han sentido un nuevo impulso de curiosidad y está ya con las dos manos metidas en el cenicero y espolvoreando las sembradas páginas con la ceniza que llena sus dedos, dirigidos ahora a la boquita abierta para probar dos o tres colillas que dejaron sus padres en el utilitario recipiente. Llego a tiempo para impedirlo, pero mientras limpio a la niña con mi pañuelo, ella inesperadamente me quita las gafas y las arroja divertidísima al suelo. La alfombra parece decididamente salvarme de la catástrofe mitigando el golpe, pero ara, más rápida que yo, vuelve a catapultar mis lentes contra la mesa y se rompe uno de los cristales. Mis ojos miopes deben reflejar tal asombro ante aquella rapidez de reflejos, que la niña palmotea risueña con la más explosiva de sus sonrisas y el más luminoso rayo de alegría en los ojitos... ¡Victoria! Ha logrado en dos minutos lo que yo no había conseguido en tres años.

Una razón para comprarme gafas nuevas.

Josefina VERDE, "Sara Elena está enfada conmigo...", Azabache y Coral.

Unos y otros

Cada tallo de espinas
guarda una rosa.
Uno siente el pinchazo
y otro el aroma.

Por eso ocurre
que mientras uno ríe
el otro llore.

Cada fracaso alcanza
alguna victoria.
Unos lo comprendieron
y otros lo ignoran.

Por eso siempre
mientras los unos ríen
los otros lloran.

Josefina VERDE, "Unos y otros", Azabache y Coral.

Ronda...

En una noche de ronda
oí la muerte pasar
y creí que era una sombra...

Y no era una sombra más
porque después de la aurora
aumentó la oscuridad.

Como se llevó la rosa
que sufría en el rosal
alguien la llamó piadosa.

Yo la llamé, soledad...

Josefina VERDE, "Ronda...", Azabache y Coral.

Madre

¿Te acuerdas madre mía cuando aún eras palabra
juvenil y yo era tu verbo más alegre,
cuando mi mayor gozo era que tú jugaras
a que te hacías niña y yo me hacía hombre?

¿Recuerdas que dejabas sin aceite tu lámpara
para que no se viera tu frente sin canciones
o inventabas la risa bebiéndote las lágrimas
guardando las espinas y dándote las flores?

Niña de largas trenzas y de pequeña infancia
que fuiste altar y fuego del hojar inefable
donde fui sacerdote de una misa diaria
que aún palpita en el aire cuando digo tu nombre,

vuelve a latir mis pulsos alzando en mi garganta
aquella melodía de tu canción de entonces
y otra vez nuestras voces se oirán por la casa
jugando, tú a ser niña, yo a dejar de ser hombre...

Josefina VERDE, "Madre", Azabache y Coral.

Lienzo

No puedo recordar dónde bordé unas rosas,
sólo sé que eran bellas y que abrían sus pétalos
según iba la aguja construyendo sus hojas
con el fino realce hecho ruta en mis manos.

Y aquel verlas naciendo en mágico sosiego
y crecer lentamente bajo el hilo rosado,
encendía en mi frente un éxtasis de ensueño
sabiendo que se abrían al son de mi trabajo.

Eran dulces capullos de rosas. Y recuerdo
que dibujó mi madre el perfil de sus hojas
y yo las fui sembrando en el áspero lienzo
pero ya no sé ahora dónde bordé mis rosas...

Josefina VERDE, "Lienzo", Azabache y Coral.

Barroco

Desde la pequeña presencia dorada
que llena el vacío de mi soledad
con su voz de oro, el dios de la jaula
me regala un largo trino de cristal.

El ocaso enciende la tarde de rojo.
Por el escenario azul del ventanal
se asoman las torres lejanas, que otoño
viste de nostalgia sobre la ciudad.

La negra cancela del jardín, dormido
en brazos del viento, se oye chirriar.
Miro hacia la puerta. Alguien ha venido.
Me levanto. Debo dejar de soñar.

Josefina VERDE, "Barroco", Azabache y Coral.