domingo, 2 de octubre de 2011

Sara Elena está enfada conmigo...

Sara Elena está enfada conmigo y hace como que no llora junto al sillón donde yo simulo leer una revista. Repentinamente se agacha y recogiendo del suelo unas migajas de galleta que dejó caer unos minutos antes, me las oferece sin transición, sonriendo ampliamente. Los verdosos ojitos llenos de luz y los desbordados dientecillos explosionando su sonrisa, anegan de gloria el atardecer salmantino. Cuando, tras unos segundos parpadeo perpleja bebiendo la extraña mezcla de los ojos dorados y del oro de la ventana y regreso a la niña, la veo ocupadísima sacando libros y más libros, cuantos libros pueden abarcar sus deditos de rosa y vaciando en unos minutos la estantería baja de la biblioteca y sembrando de despanzurrados tomitos de poesía el suelo y mi sillón de lectora.

Me inclino para coger su grácil cintura entre mis manos pero rapidísimos, sus quince mesecitos han sentido un nuevo impulso de curiosidad y está ya con las dos manos metidas en el cenicero y espolvoreando las sembradas páginas con la ceniza que llena sus dedos, dirigidos ahora a la boquita abierta para probar dos o tres colillas que dejaron sus padres en el utilitario recipiente. Llego a tiempo para impedirlo, pero mientras limpio a la niña con mi pañuelo, ella inesperadamente me quita las gafas y las arroja divertidísima al suelo. La alfombra parece decididamente salvarme de la catástrofe mitigando el golpe, pero ara, más rápida que yo, vuelve a catapultar mis lentes contra la mesa y se rompe uno de los cristales. Mis ojos miopes deben reflejar tal asombro ante aquella rapidez de reflejos, que la niña palmotea risueña con la más explosiva de sus sonrisas y el más luminoso rayo de alegría en los ojitos... ¡Victoria! Ha logrado en dos minutos lo que yo no había conseguido en tres años.

Una razón para comprarme gafas nuevas.

Josefina VERDE, "Sara Elena está enfada conmigo...", Azabache y Coral.

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